Germinando Palabras

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Corazón de Cristal


Con cuidado camino cerca del cauce de la caudalosa corriente. Como  con una corona colocada en la cabeza, considero cruzarla.  Cocodrilos, culebras, capulinas y cucarachas curiosean en ese costado.  Cualquiera contemplaría no comparecer allí. Pero es el camino que conduce al cariño. Conservo la compostura, mi corazón condiciona continuar.  No se conformará con la carencia de caricias y cordialidad.
La cuerda color carmín que concreta la casualidad es caprichosa pero  mi corazón continúa confiado, se complace con el corto cariño que conserva.  No conoce el calvario concertado por el cordel. El corazón de cristal, ciego conduce a  su caída, la catarsis comienza y cual cruel crimen cimentado con el calor de la circunstancia, el confiado corazón en colosal combustión culmina. El cronómetro ha comenzado la carrera, el curso no cede, el ciclo cesa. El corazón de cristal cae. La casualidad ha clamado. El cariño ha concluido.
 El corazón colapsado, conquistado, cuarteado,  contrariado y cansado, su coraza cambiará. No de chocolate cual confite al calor concluirá en un crisol. No de  calcita que al confrontarse se corroe. No de carbón que al clímax se consume. Ni de cobalto cual cárcel cerrará la compasión. La cabeza cree en su cargo cerebral conservarlo de cristal caduco que al chasquido es cortado, con carencias, cediendo a la compulsión, carcomiéndose de celos cual caleidoscopio de caprichos. Aun así es claro, y con capacidad de conmoverse al contrario de un cadáver cretino que colecciona cinismo que chantajea y se corrompe. El corazón de cristal ha caminado en contra, y aun conserva en las cicatrices el cadencioso cascabel que canta al compás del Calipso curador. Ha compartido congoja pero ha conseguido crecer y cual constelación del cielo continuará centellando.